Opinión

¿Afectan China y la zona euro a la Fed?

Por diferentes motivos, China y la zona euro han sido las dos referencias principales de las Bolsas en la segunda semana de agosto. De forma inesperada, China ha devaluado el yuan tres días seguidos, irrumpiendo así por sorpresa en este agosto bursátil, una vez que parecía ya estabilizada, aunque sea artificialmente, la Bolsa de Shanghai. La devaluación del yuan ha dejado en segundo plano al acuerdo alcanzado para el tercer rescate griego y también a los mensajes de William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York que el pasado miércoles, ya tras la devaluación del yuan, reiteraba que este año 2015 veremos la primera subida de los tipos de interés de la Fed desde 2006.

El impacto del movimiento chino es lógico, dadas las enormes implicaciones que su economía tiene para la economía global. Por eso es llamativo que la noticia, el pasado lunes, de que las exportaciones chinas habían caído un 8% en julio fuese acogida por el Shanghai Composite con una subida del 5% ese mismo día y que las Bolsas europeas y americanas apenas prestasen atención a ese dato, y subiesen. Probablemente la gran operación de Warren Buffet al adquirir una compañía industrial americana por 37.000 millones de dólares, la mayor operación corporativa de toda la historia de Berkshire Hathaway, tuvo mucho que ver en el buen tono con el que las Bolsas iniciaron la semana el pasado lunes.

La tormenta se desató el martes, con la devaluación por sorpresa del yuan, que fue la respuesta de las autoridades chinas a esa caída de las exportaciones. Todas las Bolsas bajaron, pero sobre todo las europeas y las emergentes, que son las más afectadas. El resultado son las caídas semanales del 4% en el Eurostoxx, del 4,4% en el Dax y del 2,4% en el MSCI Emerging Markets en dólares. Curiosamente el dólar se depreció frente al euro y tal vez eso, unido a un magnífico comportamiento de algunos valores como Google, que tras reorganizar su estructura y cambiar el nombre subió más de un 4% el martes, y a un buen dato de ventas minoristas en julio, es lo que ha hecho que las Bolsas americanas hayan salvado bastante bien la semana, con subidas de 0,6% en el Dow y el S&P.

El movimiento de China recuerda mucho, en sentido inverso, al del Banco Central suizo (Swiss National Bank) del pasado 15 de enero. La SNB no quería comprar más euros y prefirió dejar subir al franco suizo aun al precio de generar una recesión en su economía, y el Gobierno chino, justo al revés, no quiere comprar más yuanes para sostener su cotización.

No sabemos si esa decisión va a ser capaz de estimular a la economía china, pero sí podemos ver algunas claras implicaciones de la devaluación del yuan.

La primera es que el Gobierno chino ha optado por seguir la estela de Japón y de la zona euro y entrar de lleno en el juego de las medidas monetarias/financieras y en la guerra de divisas como mecanismo para reactivar su economía. China sigue el modelo japonés de emitir más deuda, proteger una parte de la economía no eficiente y aplicar la represión financiera y el capitalismo de Estado frente al modelo alternativo de las reformas de fondo como fórmula para salir de la crisis. Solo que, además, en China hay que añadir la enorme falta de transparencia, la inmensa opacidad que impregna todo.

Una segunda consecuencia es que China va a exportar deflación, lo que puede afectar al calendario de subida de tipos por la Fed.

Para las economías emergentes el impacto de la devaluación china es que se van a ver sometidas al doble efecto adverso de un dólar subiendo y unas materias primas bajando por la desaceleración china. Hemos sabido la semana pasada que el PIB ruso ha caído un 4,6% en el segundo trimestre, la mayor caída en seis años, entrando en recesión tras caer el 2,2% en el primer trimestre y estamos viendo las enormes dificultades que afronta Brasil. La devaluación del yuan no les va a ayudar a ninguno de los dos.

Finalmente, y por terminar este breve repaso de los efectos del movimiento chino, las empresas exportadoras europeas y americanas van a sufrir, lo que explica la caída del 4,4% semanal del Dax, con empresas como Daimler cayendo un 8% en la semana o BMW cayendo un 7,2% en la semana.

La zona euro ha sido ha sido, precisamente, el otro foco de atención de la semana, no solo por el acuerdo sobre el tercer rescate de Grecia, sino también porque, tal vez por quedar oscurecido por los malos datos macro económicos, el indicador de expectativas económicas ZEW de agosto fue el peor desde noviembre de 2014 y el crecimiento del PIB de la zona euro del segundo trimestre (+ 0,3% una décima menos que en el primer trimestre) queda por debajo de las expectativas. Cuatro de las cinco grandes economías de la zona han decepcionado, con datos flojos de Alemania (+0,4%) Francia (crecimiento cero), Italia y Holanda.

La pregunta relevante es si la debilidad de la zona euro y de China puede afectar a la decisión de la Fed de subir los tipos ya este año. Más aún cuando los futuros del petróleo han acusado la devaluación del yuan con fuertes caídas, de más del 6% en la semana. Si finalmente China exporta deflación, como anticipa la caída del crudo, creemos que la Fed se verá obligada a retrasar su subida de tipos, a pesar de que William Dudley en su intervención del pasado miércoles dijera que la devaluación china no va a alterar el calendario de la subida de tipos.

China y la zona euro están inmersas en el tercer rescate de sus respectivas economías desde el 2008, con la consecuencia de que el euro y el yuan deben bajar para ayudar al rescate. En ese entorno subir tipos hace subir al dólar y castiga a las empresas norteamericanas. La caída del dólar está semana y el hecho de que el tipo del T bond cerrase el viernes pasado en niveles del 2,2%, en los que lleva anclado desde hace varias semanas, hacen pensar que el mercado no apuesta por una subida de tipos este año.

A nivel bursátil, lo más relevante que nos deja la semana pasada es que el S&P ha vuelto a escaparse por tercera vez consecutiva de la zona de peligro marcada por la media de las 200 últimas sesiones. Tras amenazar seriamente con romper ese nivel a la baja en la sesión del martes y miércoles, las dos últimas sesiones de la semana han alejado el riesgo. El S&P cerró el viernes pasado en 2.091 puntos, ayudado sin duda por la ya mencionada operación de Warren Buffet, por el buen dato de ventas minoristas de julio publicado el jueves (suben + 0,6% y excluyendo autos + 0,4%, en línea con lo previsto) y por el descenso semanal del dólar frente a otras divisas.

La evolución del S&P sigue siendo, a nuestro juicio, el dato a seguir de cerca y por ello son tan importantes los datos económicos americanos (índice de la Fed de Filadelfia, PMI de manufacturas preliminar de agosto, datos de viviendas,...) y las actas de al Fed que se publicarán el próximo miércoles. También es importante, en Japón, la publicación del PIB preliminar del segundo trimestre, para confirmar si la "abenomics" funciona o no.

Con un volumen escaso de negociación y con muchos operadores fuera de sus puestos de trabajo, cualquier cosa es posible, pero nuestra idea es que podemos ver una cierta estabilización de las Bolsas esta tercera semana de agosto.

A medio plazo el aspecto técnico se ha deteriorado mucho y los gráficos de los índices europeos nos transmiten inquietud, ya que muestran una gran debilidad tras el espectacular primer cuatrimestre del año. Pero en el corto plazo, si la caída del yuan se queda en entornos del 5% tal y como ha asegurado el Gobierno chino, y si no hay sorpresas con el rescate griego, pensamos que las Bolsas pueden tener un respiro.

La recuperación de los índices americanos en la sesión de cierre del viernes y el necesario esfuerzo de "marketing" que debe hacer la zona euro para presentar mejor el tercer rescate griego y que debe hacer el Banco de Japón para hacer creíble la "abenomics" nos mueven a pensar en cierta calma en las Bolsas tras la tempestad provocada por China.

D.Juan Carlos Ureta Domingo
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