La medida anunciada por Trump antes de las elecciones de imposición de aranceles del 60% a todos los productos importados de China y del 10% a los productos importados del resto del mundo, está causando fuertes tensiones en los socios comerciales de EE. UU.
Haciendo un análisis sosegado de la situación de partida, de los antecedentes de las decisiones arancelarias de Trump en su primer mandato y del resto de las medidas anunciadas, y del libro que Trump escribió en 1987, se llega a la conclusión de que el anuncio de la imposición de estos aranceles es más una estrategia negociadora que la declaración de una guerra comercial.
La situación de partida actual refleja que los productos de EE. UU. exportados al resto del mundo soportan un arancel medio del 6,5%, mientras que los productos importados por EE. UU. solo se ven gravados por un arancel medio del 3%.
Antes de las elecciones, el Comité Nacional Republicano abogaba por la introducción de una “Ley de Aranceles Recíprocos” (Reciprocal Tariff Act), mediante la cual ningún país podría exportar a EE. UU. con un arancel inferior al aplicado por dicho país a los productos de EE. UU. La igualación de los aranceles podría producirse de dos formas: subiendo el arancel aplicado a los productos importados por EE. UU.; o mediante la reducción del arancel que el país en cuestión aplica a los productos estadounidenses.
El análisis de las políticas arancelarias aplicadas por la Administración Trump en su primer mandato también ayuda a prever como actuará en esta ocasión. Los aranceles aplicados, especialmente a China a partir de 2018, consiguieron no tener ningún impacto en la inflación. Ahora, a pesar de lo anunciado, los aranceles previsiblemente no serán generales, sino elegidos de forma estratégica para que tengan el menor impacto posible en la inflación y el crecimiento. En la “guerra comercial de 2018” los aranceles se centraron, principalmente, en bienes de capital y bienes intermedios, o en bienes de consumo fácilmente sustituibles.
Otro factor a tener en cuenta es el momento temporal en el que previsiblemente se aplicarán los nuevos aranceles. Teniendo en cuenta que una de las principales medidas fiscales es la extensión de las rebajas fiscales aprobadas en 2017 que expiran a finales de 2025, la necesidad de ingresos extras procedentes de los aranceles comienza en 2026. Solo la extensión de las rebajas fiscales mencionadas supone alrededor de 500.000 millones de dólares que hay que cubrir para no aumentar el ya abultado déficit público.
En 2018 los aranceles impuestos a China no supusieron un incremento de la inflación, entre otras razones porque una parte muy relevante de ellos fueron absorbidos por los exportadores contra su propio margen de beneficio. Adicionalmente, la fortaleza del dólar también ayudó a mitigar el efecto en la inflación. Ahora podría ser similar, aunque el margen de los exportadores para reducir sus márgenes sea inferior.
Trump es un empresario experto en el arte de negociar. Escribió un libro en 1987 titulado “El arte de negociar” (The art of the deal). En el libro, el propio Trump menciona que lo que más le caracteriza es su capacidad para alcanzar acuerdos comerciales. Claramente, esta estrategia la utilizó en su primer mandato y la utilizará en el segundo. En su primera administración le funcionó con las amenazas de fuertes aranceles a China, hasta que llegaron a un acuerdo.
Ahora, al igual que pretende bajar el impuesto de sociedades al 15% solo a las empresas que fabriquen en EE. UU., también existe un plan para eximir de aranceles durante dos años a aquellas empresas que se comprometan a fabricar en EE. UU.
Por su parte, Europa, y especialmente Alemania, muestran gran preocupación por la eventual implantación de los aranceles. Conociendo este arte de negociar por parte de Trump, no es casual la declaración de Ursula von der Leyen el 8 de noviembre, tres días después de las elecciones: «Todavía recibimos mucho GNL de Rusia, y por qué no sustituirlo por GNL estadounidense, que es más barato para nosotros y abarata nuestros precios energéticos… algo en lo que podemos entrar en discusión, también en lo que se refiere a nuestro déficit comercial».
En conclusión, la política comercial y de implantación de aranceles por parte de la nueva Administración Trump difícilmente será tan simple como la implementación de aranceles del 60% a China y del 10% al resto del mundo. Habrá mucha negociación, pero desde una posición de fuerza de EE. UU.
Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 Banco, en El Economista.
Jesús Sánchez-Quiñones González
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