La reacción final del viernes ha salvado, en los índices más importantes, lo que llevaba camino de ser una semana de recortes y ha permitido a las Bolsas en general, con la excepción de nuestro Ibex, mantenerse en niveles máximos del año, en algunos casos como el S&P máximos post Lehman, y seguir intentando la ruptura al alza.
De alguna manera el tirón del jueves y el viernes enmarca la realidad de una semana llena de giros bruscos y de temores súbitos por parte de los inversores. Si bien hay que decir que en Asia, en parte por las nuevas inyecciones monetarias del Banco de Japón, el tono fue bueno toda la semana.
El resultado final es que tras subidas semanales del 1,6% para el Eurostoxx, del 2,3% para el Dax, del 1,2% para el S&P y de casi el 5% para el Nikkei, vemos ya subidas acumuladas en el año del 16% para el Dax, del 8,2% para el S&P, del 8,8% para el Eurostoxx y del 11% para el Nikkei. Solo nuestro Ibex se queda atrás con una caída semanal del 1,6% y una pobre subida en el año de tan solo el 1%.
La gran pregunta es si estamos al principio de una gran subida o, dicho de otra forma, si hay o no fuerza para seguir hacia arriba y romper al alza. A nivel técnico, el gran indicador global, el S&P, da muestras de que quiere romper, pero no acaba de conseguirlo al no dejar atrás de forma clara la barrera de los 1.350 puntos.
A nuestro juicio la clave de las próximas semanas está en buena parte en la actuación de los Bancos Centrales. A estas alturas, y tras cuatro años largos de navegar por la crisis financiera que afloró en agosto de 2007, cuando se congeló el interbancario, sabemos ya que los Bancos Centrales son los que realmente mueven los mercados a corto. Hay que recordar como a partir de abril de 2009 y tras las inyecciones de liquidez concertadas en el G20 de Londres de abril 2009 el Ibex llegó a los 12.000 puntos, y el Eurostoxx a los 3.000, de forma muy rápida. Hay que recordar también que la QE2 de la FED y las inyecciones del BCE a los Bancos europeos dieron alas a las Bolsas a principios de 2011, hasta que llegó el verano. Lo cual no era sino continuación de algo ya ensayado en crisis anteriores. De la crisis del Long Term Capital de agosto de 1.998 se salió inyectando liquidez, y de la burbuja tecnológica se salió inyectando liquidez.
El modelo ahora es el mismo. De la crisis del verano de 2011 se está saliendo a base de tres actuaciones de los Bancos Centrales. La primera fue la macro inyección de dólares concertada por seis Bancos Centrales el 1 de diciembre de 2011. La segunda son los préstamos ilimitados al 1% por el BCE a los Bancos de la eurozona, el llamado LTRO, del que queda la segunda entrega el 29 de febrero próximo. La tercera es el anuncio de tipos cero hasta el 2014 que hizo la FED en su reunión de enero. El Banco de Japón se ha sumado esta semana al impulso monetario al anunciar una extensión de su programa de recompra de activos y el People´s Bank of China ha rebajado el coeficiente de reservas de los Bancos este fin de semana.
Estas actuaciones han cumplido su función de sacar a las Bolsas, a los Bancos europeos y a los bonos de algunos Tesoros, de una difícil encrucijada. La pregunta es si van a servir también de motor de nuevas alzas o si los Bancos Centrales van a optar por una fase menos "activa" en sus apoyos a los mercados. Los apoyos tienen sus costes y los Bancos Centrales los conocen bien porque han visto cómo la salida monetaria de la burbuja tecnológica fue a costa de incubar la burbuja inmobiliaria. Por eso hasta ahora los Bancos Centrales han sido cuidadosos y han hecho un manejo muy táctico de sus armas monetarias. Lo cual es lógico ya que como han afirmado en numerosas ocasiones Bernanke y Draghi la solución de fondo pasa por que la economía y los mercados se normalicen y puedan andar solos sin las muletas de los Bancos Centrales. Las ayudas de los Bancos Centrales tienen coste y no pueden ser eternas.
En nuestra opinión esta vez no va a ser diferente. Las ayudas de los Bancos Centrales ya han cumplido su función de refaccionar activos y restablecer al confianza, pero ahora toca seguir con los procesos de ajustes de gasto público, de reformas estructurales y de reestructuración de deuda pública y privada, reestructuración que en el caso de la banca española está teniendo un cauce muy eficaz en la conversión de preferentes y subordinadas en capital. Esos procesos son la única solución de fondo, lo que equivale a decir que aún queda una fase relativamente larga de digestión por parte de las Bolsas.
A la vez esos procesos ponen un peaje al crecimiento, como hemos visto en los poco alentadores datos del PIB europeo y de varios países de la zona que hemos conocido esta semana. Varios países de la zona euro están ya en recesión o van a estarlo en breve, lo cual es un obstáculo a cualquier subida sostenida de las Bolsas. Es verdad que esos datos europeos se han visto compensados con algunos buenos datos del mercado laboral y de las manufacturas en EEUU, pero la lectura final es que el crecimiento va a ser débil.
A corto plazo todas las miradas están puestas en el desenlace del segundo rescate a Grecia. Todo indica que ese desenlace volverá a ser un ejercicio más o menos eficaz de marketing político y no una solución real a los problemas de la zona euro. Si nos fiamos de la hasta ahora visto, seguramente las Bolsas celebrarán la aprobación del segundo rescate griego con mucha alegría,pero la realidad es que ese rescate no tendrá ningún impacto en la solución de ninguno de los problemas de la zona. Más bien al revés.
Es difícil hacer una recomendación para esta penúltima semana de febrero en las Bolsas. Por un lado, pensamos que la ruptura al alza requiere un motor más potente que una nueva patada hacia delante del ya cansino y manoseado asunto griego. Por otra parte, en un mar de liquidez y con muchos inversores temerosos de quedarse fuera de las subidas, puede haber cierto "pánico comprador" al calor del anuncio griego. Hay muchos inversores deseando un recorte que por ahora se resiste a llegar, y si ven que no viene y que la Bolsa sube se pueden poner nerviosos y comprar a la desesperada.
Ante esta situación, dos reflexiones. La primera es que jugar a subidas provocadas solo por exceso de liquidez es un juego peligroso, en el que no recomendamos entrar. La segunda es que conviene mirar al año pasado por estas fechas. Entonces, igual que ahora, las Bolsas subían al calor de expectativas de crecimiento global y del apoyo de los Bancos Centrales. Luego, de pronto, asomaron los problemas en agosto de 2011. La mayor parte de esos problemas siguen ahí, no se han resuelto, y llevará tiempo resolverlos.
Por eso nuestra recomendación general sigue siendo la de abstenerse de entrar en estos niveles e incluso la de cubrir riesgos de las carteras por la vía de comprar opciones put. La debilidad relativa del cobre, del oro y del euro nos reafirman en esta posición.
Es verdad que quienes vayan a corto plazo pueden obtener beneficios interesantes jugando al alza producida por el anuncio del rescate griego. Pero sólo podemos recomendar esa opción a quienes de verdad sigan muy a corto sus posiciones y puedan aprovechar movimientos muy rápidos, ya que vemos poco beneficio a medio plazo entrando ahora, sobre todo en Bolsas como la alemana o las americanas.
Una posición muy contra intuitiva pero que puede funcionar sería la de apostar diferencialmente por la Bolsa española frente a la alemana tratando de aprovechar los quince puntos porcentuales de diferencia que se han abierto desde el uno de enero. Si todo sube por el efecto liquidez subirá más lo que se ha quedado atrás, porque además en el Ibex hay más banca que en el Dax.