Opinión

Mantener las vías de financiación, tras la peor semana del 2012, por Juan Carlos Ureta

Tras una semana de nuevo llena de turbulencias, que ha sido para todas las Bolsas la peor del año, y en la que el futuro del S&P ha perdido el nivel de los 1.300 puntos, el euro ha seguido bajando frente al dólar y la banca española, con Bankia a la cabeza, ha estado en el punto de mira mundial, seguimos pensando que lo realmente esencial es que las vías y los circuitos de financiación básicos sigan funcionando y no haya colapsos. No es mucho, pero es lo que realmente importa ahora, a corto plazo, para alejar escenarios de caos.

Estamos ya instalados en plena inestabilidad, que se ha extendido a Estados Unidos, como lo demuestra la corrección del S&P, pero que tiene su epicentro en la zona euro. Una zona euro que la pasada semana certificaba su estancamiento económico en el primer trimestre, con crecimiento cero del PIB, salvando los números rojos trimestrales gracias a que Alemania ha crecido un 0,5%. Pero que, pese a ello, no muestra ninguna voluntad de tomar medidas de cambio profundo en el hasta ahora tan desacertado e ineficaz modelo de respuesta a la crisis. Da la impresión de que los líderes están desbordados y solo ponen su esperanza en que el paso del tiempo y los ajustes naturales que vayan haciendo los propios agentes económicos vayan arreglando las cosas.

Siendo esto así, y tras el retórico comunicado del G8 que se ha celebrado este fin de semana en Washington, poco cabe esperar, en el plano de las soluciones de fondo, de la pomposamente denominada Cumbre del Crecimiento, a celebrar el 23 de mayo. El propio nombre dado a la Cumbre anticipa ya un nuevo y estéril ejercicio de propaganda por parte de los líderes allí reunidos.

Más allá de las declaraciones formales que haga la Cumbre, habrá que esperar, para ver con mayor claridad si hay o no salida, al referéndum irlandés del 30 de mayo, a las elecciones griegas del 17 de junio, y a la evolución de la delicada situación española en las próximas semanas. Sin olvidar los problemas que se están incubando en Francia, cuya economía sigue estancada y en la que no mejora ninguno de sus desequilibrios, y en Italia, cuyo PIB ha caído un 0,8%, el doble que España, en el primer trimestre. El que ahora el foco se haya puesto sobre España no debe hacernos olvidar que el problema de la zona euro es general de todas y cada una de las economías de la zona, y acabará tocando también, en cualquier escenario, a Alemania, menos todopoderosa de lo que parece.

Lo más probable es que la Cumbre, pese a su nombre, no se dedique a crear las autenticas bases para el crecimiento, sino que se centre en articular los "cortafuegos" necesarios para evitar el contagio de la situación griega. Y es ahí donde entra en juego la imperiosa necesidad de mantener los circuitos financieros abiertos para evitar colapsos cuyo arreglo posterior sería muy costoso. La primera y elemental línea de defensa es el BCE. De nuevo llega la hora del BCE como mecanismo último de provisión de liquidez, les guste o no a los alemanes y le guste o no a Draghi, ya que hasta junio, en el mejor de los casos, no podemos contar con el nuevo Mecanismo de Estabilidad (MEDE). Además de suministrar toda la liquidez necesaria, si las cosas empeorasen más y hay default total y salida del euro de Grecia, no habría que descartar la conveniencia de una garantía y/o blindaje a escala de toda la zona euro para la banca europea. No para la banca de ningún país en particular, sino para toda la banca de la eurozona, para evitar espirales mayores, ya que el riesgo es del conjunto de la zona.

En definitiva, el círculo vicioso de la deflación de deuda, provocado porque una reducción de la deuda y del gasto lleva a menor crecimiento y éste a su vez a mayor déficit publico, y así sucesivamente, debe compensarse con una política monetaria expansiva muy potente y con mecanismos a escala euro de blindaje del sector bancario.

La traducción a Bolsa de lo que ha pasado es que, tras las caídas de abril y mayo, y tras la semana pasada en la que todas las Bolsas bajaron (S&P - 4,5%, Dow -3,5%, Nasdaq - 5,3%, Eurostoxx - 4,9%, Ibex 35 - 6%, Nikkei - 4%), los índices principales están en niveles bastante críticos. El Eurostoxx 50 se acerca a los 2.000 puntos, el Dax se acerca a los 6.000, el S&P está por debajo de los 1.300, el Dow Jones está por debajo de los 12.500 y el Nikkei está de nuevo cerca de los 8.500 puntos. Por no hablar de nuestro Ibex, que ha vuelto al 2003.

A partir de estos niveles caben dos escenarios. Uno es el de derrumbe, el otro es el de un rebote, aunque sea transitorio. El escenario de derrumbe va asociado a cortocircuitos en la financiación, y entendemos que antes de permitirlo los Bancos Centrales saldrán en apoyo de los mercados. El escenario de rebote tiene su principal base en la situación de sobreventa que tienen todas las Bolsas, algunas de ellas realmente extrema, como la española.

Por eso, aunque los problemas de fondo siguen ahí y nadie quiere afrontarlos en serio, pensamos más en un escenario de estabilización y recuperación de las Bolsas tras las fuertes caídas. No es que veamos un giro de tendencia de fondo, pero sí pensamos que el cálculo de los costes asociados a dejar que la situación colapse hará que se activen de nuevo los mecanismos de urgencia, básicamente monetarios, ya conocidos.

En cualquier caso, hay que estar muy vigilantes, y tener disciplina de stop loss si se pierden los niveles críticos, porque si las cosas se van fuera de control, la corrección será muy grande, sobre todo en el S&P y en el Dax, que son los índices menos castigados. Trabajar con opciones, tanto para cubrir riesgos como para tomar posiciones, sigue siendo muy recomendable en este escenario.

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