Opinión

Ida y vuelta, por Juan Carlos Ureta

Al final hemos tenido una semana de ida y vuelta en las Bolsas, si bien algunos índices, como el Nikkei (+5,5%) el Ibex 35 y el Cac (+3,4%) o el Dax (+2%) han logrado superar la semana con subidas notables, mientras otros, como el S&P o el Dow Jones se conformaban con subidas simbólicas, o incluso arrojaban pérdidas semanales, como es el caso del tecnológico Nasdaq.

La semana estuvo animada, en sus primeras sesiones, por la expectativa de un inminente rescate español, lo que permitió a nuestro Tesoro colocar muy bien sus dos subastas de Letras y bonos, y por algunos buenos resultados empresariales, como los de Goldman Sachs, Coca Cola, Johnson&Johnson o Citigroup. También ayudaron algunas cifras económicas positivas, como el buen dato de ventas minoristas en EEUU publicado el lunes pasado. Pero a partir del jueves pesaron en contra los resultados negativos de empresas como Microsoft, IBM, McDonald´s o Google, las cifras de China que evidencian la desaceleración de su economía (+7,4% crecimiento del tercer trimestre) y, sobre todo, el espectáculo que ya preveíamos en nuestro anterior comentario de una Europa desunida y sin liderazgo, que convirtió la cumbre del jueves y viernes pasados en un nuevo fracaso.

Estos elementos negativos eran relativamente previsibles y por ello choca la alegre euforia de las Bolsas en la sesión del martes, cuando a partir de media mañana las cotizaciones se dispararon al alza por los rumores de que España iba a pedir el rescate "virtual" y por las declaraciones de algunos políticos alemanes de que Alemania estaba de acuerdo. El Ibex subió el 3,5% ese día, pese al downgrade masivo de los Bancos españoles por Standard&Poors.

Una euforia que se desmoronó el jueves de manera incipiente y el viernes de manera ya abierta. El punto de inflexión fue la accidentada publicación el jueves, poco antes del cierre del mercado americano, de los resultados de Google, resultados a los que siguieron otros también negativos el viernes, pero la nota peor la pusieron los líderes europeos con sus profundas disensiones.

Los resultados empresariales y el rescate español son, sin duda, los dos temas que preocupan a los inversores a corto plazo, y sobre ambos vamos a tener noticias en la última semana de octubre, pero más allá de las novedades que pueda haber, conviene hacer una reflexión de fondo.

En lo que a resultados se refiere es normal que la desaceleración del crecimiento económico que ha puesto de manifiesto el reciente informe del FMI deje su huella en los beneficios de las compañías. Las mejor gestionadas sabrán capear el temporal y sobrevivir, y las otras tenderán a desaparecer, pero no cabe esperar un motor alcista fuerte en los beneficios empresariales.

En cuanto al rescate, aun dejando aparte las complicaciones propias de la endiablada política europea y suponiendo que ya en breve España haga la solicitud de una línea cautelar, se firme el memorando de condiciones y el BCE empiece a comprar bonos, es un tanto ingenuo pensar que eso va a conducir a una inmediata reducción de nuestra prima de riesgo a 200 puntos y a una desaparición milagrosa de nuestros problemas de fondo. Los problemas de fondo que hoy tenemos seguirán ahí al día siguiente del rescate, aunque baje nuestro coste de financiación, y, si no nos aplicamos en resolverlos, la prima de riesgo volverá a subir. Es decir, el rescate virtual no va a evitar que se hagan los fortísimos y dolorosos ajustes que la economía española ha de hacer, porque el rescate es un instrumento y no un fin en sí mismo, como ya se está viendo en el rescate bancario.

Dicho de otra forma, es fundamental la gestión que se haga de los recursos que nos proporcione el rescate. Entre los países ya rescatados tenemos a Irlanda, que ha hecho sus deberes, con la prima de riesgo en menos de 300 puntos y su bono a diez años a un tipo del 4,5%, menor que el de los bonos italiano o español, países no rescatados. Sin embargo los bonos portugueses están en el 7.5% y los griegos en el 16.5%. Es decir, el rescate no es lo relevante, lo relevante es arreglar los problemas haciendo los ajustes y reformas necesarios.

Además de estas consideraciones, y desde una perspectiva más general, el problema es que no parece posible avanzar en la salida de la crisis sin que haya un saneamiento mayor de la deuda, tanto la pública como la privada. Dicho de otra forma, los tenedores de bonos deben asumir su parte de las pérdidas y si esto no ocurre parece difícil encontrar un camino rápido y sostenible hacia el crecimiento. Mientras no se aborde de forma más radical la reestructuración amplia de la deuda pública y privada, estaremos en un proceso de saneamiento a cámara lenta, que es todo menos claro, y que seguirá generando turbulencias recurrentes, con riesgos permanentes de descontrol.

Esta es la realidad mixta que se ha visto la semana pasada. Los resultados empresariales son mixtos, unos buenos y otros malos. La economía se desacelera, pero no se desploma. La zona euro no avanza, pero tampoco se rompe.

Al iniciarse la última semana de octubre estamos en el S&P casi igual que hace siete días, tras un viaje de ida hacia los máximos anuales y vuelta hacia los soportes. El nivel técnico el futuro del S&P después de haber llegado en la semana a 1.460 volvió, al cierre del viernes casi a la posición de partida, en 1.423 puntos, de nuevo cercana a la importante resistencia de 1.420 puntos.

Seguimos pensando que lo normal es que octubre termine algo por debajo de los niveles actuales.

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